El cambio climático hará los eventos extremos, como olas de calor, sequías y lluvias torrenciales, más frecuentes. Recientemente, la revista británica The Economist señaló que los desastres naturales en todo el mundo han aumentado cuatro veces desde 1970, y seguirán aumentando. Esta cifra puede mostrar el problema que se avecina para la salud de todos. Pero, ¿qué sucede con quienes están por nacer? 

Las mujeres embarazadas y, en consecuencia, sus bebés son particularmente vulnerables a estos efectos del cambio climático. Según diversos especialistas, la salud durante el embarazo y el nacimiento puede ser afectada de diferentes maneras, en particular en áreas rurales.

Es así como varios estudios ya han comprobado que las exposiciones a eventos climáticos, extremos o no, pueden generar efectos adversos como abortos espontáneos, partos prematuros, desnutrición, diarrea, bajo peso al nacer, y otras enfermedades.

Estas son algunas de las principales consecuencias del cambio climático en quienes están por nacer:

1. Estrés con el cambio

“El clima extremo puede afectar la salud de los niños porque aumentan los niveles de estrés de las embarazadas de una manera impredecible e inusual”, expresó al diario El País, Carlos Rodríguez-Castelán, especialista del Banco Mundial sobre un estudio sobre el cambio climático en Colombia.

Y es que debido a los eventos asociados con el cambio climático, tanto las mujeres embarazadas como las que han dado a luz recientemente se encuentran expuestas a un mayor riesgo de estrés e incluso a otros impactos negativos en su salud mental, que pueden aumentar el riesgo de un parto prematuro.

Así lo demuestra, por ejemplo, un estudio en Kenia, un país de sequías prolongadas y donde la disminución de apenas 1 milímetro anual en las lluvias puede provocar un incremento de 0,9% del nivel de cortisol, la hormona del estrés. En e contexto de sequía, el estrés al que se enfrentan las mujeres embarazadas es inquietante. 

2. A menos agua, más enfermedades

En un entorno cambiante, como es en un evento climático, las enfermedades pueden propagarse rápidamente. Al considerar que, durante la gestación, las mujeres padecen cambios relacionados a su función inmunológica, la situación es preocupante.

Las sequías y las inundaciones, por ejemplo, ponen en peligro el acceso de las mujeres embarazadas a fuentes de agua seguras y confiables. Con estos eventos, así, es más fácil la transmisión de enfermedades por el agua como el cólera y, además, el aumento de posibilidades de deshidratación que a su vez conduce al trabajo de parto prematuro. 

Además, las mujeres gestantes son especialmente vulnerables a las enfermedades transmitidas por vectores, como lo son el dengue, la chikungunya  y el zika que causa microcefalia en los fetos. Cabe mencionar que en Brasil, uno de los países más afectados por la propagación del zika, ya se han confirmado 2.653 casos de microcefalia. 

3. Nacer con bajo peso

El estado nutricional determina, en parte, nuestra capacidad para hacer frente a los efectos de los desastres naturales. 

En los eventos climáticos, la seguridad alimentaria es un problema ante el cual las mujeres embarazadas son muy vulnerables. Y es que una mala alimentación está relacionada con problemas de parto, bajo peso al nacer e incluso con la muerte del recién nacido o de la madre.

De esta manera, según la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en los lugares donde la carencia de hierro es frecuente, el riesgo de que las mujeres fallezcan durante el parto puede aumentar hasta en un 20%.

Asimismo, se sabe que si un bebé pesa menos de 2,5 kilos al nacer, esto puede tener efectos duraderos sobre su desarrollo cognitivo y de salud. 

Es así como en Brasil, un estudio reveló que una reducción del 31% en la cantidad de lluvia reduce en 1,9 gramos el peso al nacer. Por otra parte, cuando sucede una excesiva caída de lluvias en todo el país durante todo el año, hay mayor mortalidad neonatal: hay fallecimientos dentro de los primeros 27 días del nacimiento. 

En Estados Unidos, además, una investigación analizó los efectos del huracán Katrina sobre el embarazo y el parto y descubrió que el bajo peso del bebé al nacer fue mucho más frecuente entre las madres que presentaron alta exposición al huracán frente a aquellas que no. 

Algo similar sucedió en Ecuador donde se reveló que la exposición a inundaciones cuando el bebé aún está en el útero —en especial durante el período de crecimiento clave del tercer trimestre— tiene como que los niños afectados sean más propensos a padecer anemia en comparación con sus pares de zonas más elevadas.


El Perú es uno de los países más vulnerables a los efectos del cambio climático. Sin embargo, en el país aún poco se sabe sobre los efectos que ya podrían estarse sintiendo en la salud de las mujeres embarazadas. 

Aunque las inundaciones causadas por el fenómeno del Niño Costero no pueden ser atribuibles al cambio climático, es un evento climático al cual prestar atención sobre la salud de las embarazadas. De acuerdo a un reporte del Instituto Nacional De Defensa Civil (INDECI), 31 918 mujeres embarazadas fueron afectadas por las inundaciones y desbordes, siendo 5267 seriamente afectadas por el acceso limitado a agua limpia y a alimentos, por el incremento de enfermedades como zika, dengue y chikungunya y por el estrés tras perder sus viviendas y sus medios de vida. 

Es por eso que en un país como Perú, tener en cuenta que el cambio climáticos nos afecta y nos afectará a todos y sobre todo a las mujeres gestantes y quienes van a nacer, es una prioridad para garantizar políticas que permitan respuestas rápidas durante los eventos climáticos extremos que cada vez ocurrirán con mayor frecuencia.

Foto: Annie Spratt (Sierra Leona)